Hoy os presentamos a Mariya Kurnytska (Marichka o Marina), presidenta de la Asociación de Ucranianos y Gente del Este, OBERIG, desde su fundación en el año 2007.
Marina, como nosotros la llamamos, es una mujer muy alegre pero con un fuerte carácter y mucha paciencia que la hace sacar adelante todo lo que se propone, una mujer perseverante y valiente, cualidades que la han llevado a ser un referente entre sus compatriotas, que saben que pueden confiar en ella cada vez que lo necesitan.
Mariya vino a España hace ya 20 años, y aunque sus inicios en nuestro país no fueron precisamente un camino de rosas, no ha borrado la eterna sonrisa que la define, cuestión que llama mucho la atención por la seriedad que caracteriza a las personas de los países del Este. Y aunque ha tenido que pasar momentos muy duros, lo cierto es que se siente muy agradecida a la ciudad y a su gente, y por qué no decirlo, al Ayuntamiento de Santander y al CMICAD, a los que cariñosamente nos llama “sus ángeles”.
Mariya se crio en una casa que podríamos definir como acomodada en Chernivtsí (Comunidad Bucovina) , una ciudad considerada como unos de los grandes centros Culturales de Ucrania. Ella y sus tres hermanos crecieron junto a sus padres y estudiaron en las Universidades de Chernivtci , Lviv y Ternopol. De hecho Marina, antes de venir a España, trabajó durante 24 años como ingeniera mecánica diseñando piezas para fabricar aviones. . Pero sus vidas cambiaron por completo con la disolución de la Unión Soviética, ella se quedó sin trabajo con dos hijos pequeños y con un marido metido en el mundo de la política, cuestión que les dio varios quebraderos de cabeza.
Después de pensarlo mucho decidió, junto con su amiga Inés, embarcarse en un viaje en autobús hasta España. Entraron al país como turistas, con la promesa de un trabajo que nunca llegó, después de haber confiado una gran cantidad de dinero a unos impresentables que buscaban beneficiarse de la desgracia ajena. Después de varios periplos por Barcelona, Madrid y Toledo llegó a la Tierruca, donde también tuvo que vivir alguna experiencia complicada, pero donde definitivamente construyó los cimientos de su vida actual.
Durante su etapa en España Mariya siempre ha trabajado. Principalmente cuidando a personas mayores, labor a la que se dedica en cuerpo y alma actualmente y que tanto le gusta. Gracias precisamente a su profesión consiguió tramitar sus papeles y conoció a gente que posteriormente se han ido convirtiendo en sus amigos y como ella dice, casi en familia. Pero también hizo sus pinitos en el sector de la hostelería, como cocinera, e incluso en la redacción de la Revista Nueva Gente, informando sobre la actualidad de los países del Este.
Cuando la preguntamos cuáles fueron las mayores dificultades que sintió cuando llego a España, nos dio una respuesta que nos llamó mucho la atención. Resulta que lo que más echaba de menos, a parte de a sus hijos y de su familia y su Tierra, era poder sentarse a leer un libro o a dibujar cuadros de óleo (en Ucrania acabó la Escuela de Estudios Artísticos) . Mariya siempre fue una gran aficionada a la lectura y la pintura, de hecho en su casa presumían de tener una bonita biblioteca pero, sin embargo, al llegar a España, no pudo continuar con esa afición debido por un lado al desconocimiento del idioma español y por otro, a que en aquella época no era tan fácil conseguir libros en otras lenguas como lo es ahora. Precisamente, y siendo consciente de la importancia del conocimiento de la lengua materna, Mariya con otros afiliados de asociación Oberig, intentó poner en marcha varias veces una Escuela de Ucraniano para que los niños de origen ucraniano, nacidos en España, no perdieran la posibilidad de relacionarse con sus abuelos y con su país de origen, en definitiva con sus raíces, aunque la acción no fue muy bien recibida por parte de los padres y acabó desapareciendo. Además ha donado libros en su idioma nativo a diferentes bibliotecas y tiene entre sus sueños crear una biblioteca con ejemplares en ucraniano y ruso en nuestra ciudad.
Mariya dirige una de las asociaciones más activas en nuestra ciudad, lleva colaborando con el Ayuntamiento de Santander prácticamente desde su formación en actividades como el Festival Intercultural, donde cada año presentan un trocito de su cultura a través de bailes tradicionales, gastronomía y artesanía. Además ha organizado varias exposiciones culturales e históricas en el CMICAD, como la que tuvimos alojada el año pasado en nuestras instalaciones, Chernobil Holodomor, etc. También forma parte del Consejo Municipal de Inmigración de Santander y coopera con diferentes organizaciones privadas o públicas de carácter local o regional y especialmente con otras comunidades ucranianas en España y en el mundo.
En cuanto al lugar de Santander que más le recuerda a su cuidad nos habla del edificio del antiguo Banco Vitalicio en Puerto Chico, que la primera vez que lo vio se quedó un buen rato observando porque tiene el mismo estilo que los que podemos encontrar si viajamos a su ciudad Chernivtci.
Pero que sin lugar a dudas si tuviera que elegir un lugar de Cantabria que le recuerde a su Comunidad Bucovina en zona de los Carpatos , sería Potes.
Mariya enviudó estando en España y actualmente está casada con Jaime, un hombre que según sus palabras: “es muy bueno y la cuida muchísimo”. Entre los dos tienen una bonita familia con cinco nietos y otro en camino, cuestión que les hace muy felices.
De los dos hijos de Mariya uno de ellos, Nico (ingeniero técnico de construcción), también vive en Santander junto a su mujer y a sus dos hijas, el pequeño, Bogdan(arquitecto), continúa viviendo en Ucrania con su familia.
Mariya es una mujer muy familiar, adora a todos sus nietos y la cuarentena la ha pasado junto con Jaime haciendo videoconferencia con ellos y ayudándoles con sus deberes y tareas escolares , enseñándoles a dibujar , leyendo libros en su idioma y haciendo gimnasia juntos.
Las noticias que le llegan de esta crisis sanitaria en su país son esperanzadoras, ya que Ucrania ya ha llegado al pico y empiezan a descender el número de fallecidos e infectados, aun así, no puede dejar de sentir preocupación por la situación actual que asola el país, inmerso en una fuerte crisis por su conflicto con Rusia, y sin apenas recursos.
Su deseo más próximo es que todo esto pase y que poco a poco podamos volver a la normalidad. La gustaría volver a viajar para, según dice, seguir conociendo maravillosos lugares de España. Seguir aprendiendo y disfrutando de la arquitectura, conocer culturas de nuevos lugares, etc.
Cree que desde las asociaciones se podría hacer una gran labor de integración entre los nuevos vecinos y la sociedad de acogida y ella está dispuesta a seguir trabajando y luchando, como hasta ahora, para que ningún ucraniano que llegue a Santander se sienta solo o vulnerable.
A día de hoy han hecho una labor muy importante como traductores en hospitales, policía, juzgados e incluso notificando defunciones a su país, además ha conseguido que el Consulado viaje regularmente hasta nuestra ciudad para facilitar los trámites y gestiones más importantes y evitar así que la gente tenga que desplazarse hasta Madrid con los gastos que ello conlleva.
Esperamos que pronto podamos volver a reunirnos y sigamos trabajando juntos. Gracias Marina.