Hoy os presentamos a Rolande Tiewessi, integrante de la Asociación CAF/ Fraternidad Africana.
Rolande es una de esas personas que te hacen tener esperanza en el futuro. Una mujer que a pesar de haber nacido en un humilde pueblo de Camerún y haber sido separada de su familia cuando todavía era un bebé, ha conseguido salir adelante, y se siente tan agradecida a su pueblo y a todas aquellas personas que cuidaron de ella, que día a día lucha por devolver todo ese cariño recibido. Sin duda alguna, es una mujer con un fuerte compromiso con la promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer africana.
Pero empecemos por el principio. Rolande nació en una familia humilde en Melong II, un pequeño pueblo de apenas 5000 habitantes, con una economía agrícola de subsistencia, en la Región del Litoral de Camerún. Su madre tuvo muchísimas dificultades para poder amamantarla y sacarla adelante, por eso, su padre, que era el campanero del pueblo, cuando tenía 4 meses decidió llevarla a un convento para que las monjas del Sagrado Corazón cuidaran de ella. Y lo hicieron, vaya si lo hicieron, porque Rolande convivió con las hermanas hasta que tuvo 23 años. Allí recibió una educación privilegiada con respecto al resto de los niños del pueblo. Ella, que era consciente de las diferencias que se producían fuera de las paredes de ese convento, decidió seguir colaborando con la ONG que dirigían las hermanas y se hizo técnico de Igualdad. Rolande tenía un papel muy importante en el desarrollo de la mujer africana, viajaba por los pueblos hablando sobre la importancia de la planificación familiar y hablando a las familias sobre la corresponsabilidad de las tareas domésticas y el cuidado de los hijos.
En 2005 fue elegida por la Organización Internacional del Trabajo para acudir a un curso en Italia como representante de Camerún. Antes de acabar este curso el destino hizo que en un día de turismo por Venecia a ella, y a otras de las participantes en el curso, las robaran el bolso con el pasaporte y toda la documentación. La policía le extendió un documento para poder continuar en Italia y poder moverse por el territorio Schengen, pero ese documento desgraciadamente no les permitía volver a su país, por lo que, cuando finalizó el curso, decidieron viajar a Santander ya que una de las estudiantes tenía familia en nuestra ciudad. Al llegar aquí Rolande pasó una temporada en el piso de Acogida de Cruz Roja Torrelavega, hasta que consiguió un trabajo como cuidadora de una pareja de ancianos. Allí se sintió muy querida tanto por la pareja como por su familia. Pero la anciana falleció y el hombre se fue a vivir con sus hijos, por lo que Rolande acabó alojada y trabajando como voluntaria por las monjas de Canalejas. Durante esa época conoció al que hoy es su marido, español, y se casaron en el año 2014.
Rolande recuerda que siempre se ha sentido muy acogida en Santander, ha recibido mucho cariño y cree que las personas españolas generalmente son muy generosas con las personas que llegan de fuera. La única dificultad que ha experimentado en los años que lleva viviendo aquí es lidiar con la soledad en momentos trascendentales de su vida. Recuerda lo sola que se sintió cuando tuvo que ser operada varias veces por una enfermedad o la extraña sensación de no tener a nadie de su familia el día de su boda. Porque a pesar de que Rolande se crio en un orfanato, hay que decir que sigue manteniendo relación con sus ocho hermanos. No obstante, con ayuda de las personas que ya conocía en España consiguió salir adelante.
En 2011 pone en marcha la ONGD ADEC, Ayudar a Despegar Cantabria, una organización cuyo punto de partida radica en el reparto injusto de la riqueza y la falta de respeto a los derechos humanos, sobre todo de los niños. Niños que en el caso de los nacidos en Melong II, no tienen expectativas de vida digna, con una implantación deficiente de los sistemas educativos y sanitarios, que comportan unos índices de alfabetización y asistencia socio-sanitaria claramente insuficientes, así como el abandono de los niños y la proliferación del trabajo infantil. El objetivo de ADEC es construir una casa de acogida para que los niños abandonados tengan un futuro digno. Rolande quiere que los niños de su pueblo natal tengan las mismas oportunidades que tuvo ella, y por eso lucha junto con su marido para conseguir una fuente de financiación que les permita sostener el Centro “La casa de la oportunidad”. Nos cuenta que viaja a Camerún cada año para seguir muy de cerca los avances, de hecho ella quiere regresar en unos años, cuando el centro sea sostenible para dirigirlo sobre el terreno. Actualmente tiene que seguir lidiando con los hombres de su país que no están acostumbrados a recibir órdenes de mujeres, o a ver cómo una de ellas se mete en las zanjas para controlar el progreso de las obras. No obstante también reconoce que como ella vive en Europa lo tiene más fácil que sus compatriotas femeninas, ya que al final acaban haciéndola caso aunque sea a regañadientes. Cree que aun hay mucho que trabajar en este sentido en África, es muy importante que la gente reconozca el papel de la mujer africana y actualmente el centro trabaja con 22 familias a las que están concienciando sobre la importancia de sumar las fuerzas de todos los integrantes de la familia para conseguir una mejoría de todos.
Lo que más extraña de su país es el cariño y el respeto a la familia y esa forma de valorar lo mucho o lo poco que cada uno tiene. Comenta, por ejemplo, que allí se la da un papel a los hermanos mayores que aquí no ha visto que se valore.
Rolande es una enamorada de la gastronomía española, entre sus platos favoritos se encuentran las lentejas y la tortilla de patatas. Se declara muy buena cocinera y entre sus sueños estaría entrar en la escuela de cocina de Masterchef para seguir aprendiendo.
Cuando la preguntamos por la crisis sanitaria del COVID-19 nos dice que las noticias que llegan no son demasiado buenas. Por un lado no existen datos oficiales de contagiados debido a que el país económicamente no puede asumir la realización de test a toda la población. El gobierno ha creado un equipo de detección que va por las casas reconociendo los síntomas de las personas que enferman y si creen que esos síntomas son compatibles con el coronavirus realizan el test. Además el país no tiene medios como respiradores o UCIS suficientes, y a esta situación hay que sumarle que la población no puede confinarse en sus casas dado que necesita salir para comer, hablamos de un país con una economía de subsistencia y el miedo al hambre es mayor que al coronavirus. Desde ADEC están fomentando medidas de prevención como la importancia de lavarse las manos o el uso generalizado de mascarillas.
En cuanto a la Asociación, CAF, fue fundada en el año 2008. Hasta el momento existían en Santander varias asociaciones de cameruneses pero que no representaban a otros países de África, por lo que, alentados por la difunta Hermana Rosario de la Cocina Económica, decidieron hacer una asociación que incluyera a todos los países del continente africano. Nos dice que la labor más importante que realiza la asociación es el apoyo mutuo y la solidaridad entre todos sus integrantes. Cualquier persona de la asociación puede solicitar ayuda para solventar temas puntuales y obtiene respuesta por parte del resto de miembros de la organización, devolviendo el favor cuando le sea posible. Se han convertido en una red de apoyo mutuo entre los africanos residentes en Santander.
Agradecemos muchísimo la atención de Rolande, que siempre nos recibe con mucho cariño y respeto, y os animamos a conocer más la labor de su ONGD ADEC en http://www.adeccantabria.org/